
cuando la tristeza se siente viva,
rompe el silencio en llanto,
la rabia se vuelve canto
siendo la noche quien alumbra el día.
Las vanas palabras se vuelven sabias,
las distancias no terminan
y la pena en tierra seca florece
regada por los encantos de la vida.
Cuando ya nada es igual,
solo nos queda respirar
por una esperanza infinita,
una felicidad que no acabe
entre amores que no marchitan.
Hay que ganar la guerra…
a los momentos de la vida.

Poema propio.
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