
Escuchamos de nuevo
el jadear juntos de nuestro aliento,
nuestra sangre corría por las venas como si fueran de un solo cuerpo.
Sentimos en la piel el sudor
del feliz sufrimiento…
Una hora de ensueño,
una hora con mis vidas
por las que tanto sufrí y siento,
una hora con mis hijos
que tanto me respetan
al igual que yo respeto.
Momentos de una feliz vida…
que no se paga con dinero.
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Poema propio.
Fuente de la imagen :
Propia

