cuando empieza otro lamento.
Apenas ya puedo llorar
de tanto sufrimiento.
Me enseñaron a creer en Dios,
me adoctrinaron en él
sin yo saberlo,
cuándo lo necesité
siempre se fue huyendo.
De qué sirven las oraciones,
de qué sirven las plegarias
si en su nombre con la vida
de otros se acaba,
salvandose con una bendicion
y algún chavo,
un amén y algún golpe de pecho
al rezo de un padre nuestro de confesionario.
¡Dónde esta su amor divino
que en sus creyentes no veo!,
altares de traiciones,
riquezas guardadas en plata y oro
mientras la pobreza inunda
cementerios descuidados.
¡Dónde está ese Dios
que murió para salvarnos!
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Poema propio.
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