El telón de la vida siempre nos abriga con sus fantasías, ilusiones y realidades. Nos aferramos a su esencia, a su consciencia, mostrando nuestras pequeñeces y miserias Tan mezquinos que nos representamos por todos los caminos, aplaudiendo un escenario que nos dice que, como especie, aún no despertamos.
Pero al acabar la función, el pecado se ha ido, y volvemos a ser ese triste personaje que se llama ser humano.
Así es el teatro: te dice sin decir, sus pausas y silencios están llenos de un ruido molesto que salpica el sosiego del alma mientras la función no ha terminado.
Por eso tienes ese fervor y pasión. Por eso, con cuidado en las formas, eres tan descuidado. Por eso serás, según para quién actúes...