El telón de la vida siempre nos abriga
con sus fantasías, ilusiones y realidades.
Nos aferramos a su esencia,
a su consciencia,
mostrando nuestras pequeñeces y miserias
Tan mezquinos
que nos representamos por todos los caminos,
aplaudiendo un escenario que nos dice
que, como especie, aún no despertamos.

Pero al acabar la función, el pecado se ha ido,
y volvemos a ser ese triste personaje
que se llama ser humano.

Así es el teatro:
te dice sin decir,
sus pausas y silencios están llenos
de un ruido molesto que salpica
el sosiego del alma
mientras la función no ha terminado.

Por eso tienes ese fervor y pasión.
Por eso, con cuidado en las formas,
eres tan descuidado.
Por eso serás, según para quién actúes...

Teatro del bueno o del malo.





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