Guardo bajo el paraguas de la vida todo el dolor, para que nadie sepa de mi amargura y del sinsabor de esa esclavitud de tantos y tantos años, donde, junto a él, perdí mi juventud...
Creyendo en un idílico amor que solo duró mientras no firmé ningún papel, aquel que me hizo su dueña y, hasta la muerte, su doncella y desahogo. En esas noches de amargura, grises y oscuras, que me hicieron suya a la fuerza, temiendo siempre cuándo sería la próxima vez que me castigara con su inmundo olor y presencia.
Por eso salí de aquella casa sin decir adiós, dejando en sus paredes el abandono y mi tiempo perdido. Me puse mi coraza y camino sola, por un jardín de amor infinito, donde, a mi lado, solo la libertad del arcoíris de la vida respiro. Ahora mis ojos solo ven un cielo florido, sin temor a que, a la fuerza, me despojen de mi interior, que ahora vive en paz siempre conmigo.
Guardo bajo el paraguas de la vida también la mía, y juro a Dios que no seré venganza en mi existencia, pero tampoco nadie me acompañará porque solo a la soledad ya elegí para siempre como compañera.